Bienvenidos
Supongo que será justo eso, que me hago mayor y que ya no
veo las cosas con la ingenuidad de las manos limpias y la mirada ávida. Los años han contado doble para mí, y así
pesan.
Además, me he comprado una tele nueva para no verla. Sí, me he
comprado una carcasa de televisión talla 32 (osea, que de perfil no se la ve)
con alma de ordenador en la que utilizar plataformas online para consumir
productos que no haya parido Telecinco. Y con eso me creo a salvo. Soy así de
tonta.
Lo sé, escribo mucho con punto y seguido porque tengo miedo
de las comas y de los puntos aparte. La primera da continuidad, tras una breve
corchea. El segundo aparta unas ideas de las otras, las separa abriéndolas en
canal y dejándolas sin posibilidad de tenderse la mano con unos puntos
suspensivos…
Por eso me aferro a ese híbrido de todo que es el punto y
seguido. Lo mal uso y exploto, e incluso abuso de él. Algún día me abandonará,
denuncia mediante, por no poder aguantar más. Y tendré que asumir que lo
nuestro se ha acabado. Y tendré que reconciliarme con los demás.
Pero no puedo evitarlo, es mi ritmo. Así pienso, así
escribo. Es una composición melódica casi, y hay que respetar el tempo.
Ayer leí que para que funcione un blog hay que aportar
soluciones a los problemas de la gente que acude a él. Siguiendo esa regla,
esto murió antes de nacer.
No pretendo solucionarle nada a nadie (entre otras cosas
porque me cuesta un mundo solucionarme a mí, y no soy quién para ir dando
consejos, lo digo de corazón). Aquí es donde van a morir todas esas ideas y
sentimientos que se revuelven en mi interior. A veces sale un texto de ficción bonito,
otras veces es una sensación lírica la que nace, otras una simple reflexión.
Porque a veces, el arte no tiene porqué producir nada más que placer.
Bienvenidos.
S.S
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