De no verte nunca más



Me escribía, digamos que Aurora, hace tiempo, cuando aún se estilaba escribir fuera de plataformas digitales para comunicarse con alguien, diciendo que tenía la inquietante sensación de que la vida se estaba riendo de ella.  Explicaba que después de todo lo que había pasado, podría vivir lo mismo de nuevo; pues en un alarde de ironía, después de dedicar su juventud a cuidar de los demás y de sufrir terribles pérdidas, podría empezar a vivir lo mismo con la familia que había formado ella misma, en su vida adulta. Esa carta traía el papel con marcas de gotas de agua, probablemente lágrimas. 

Ella soy yo en otra dimensión mejorada. Ella es yo, si me hubieran dibujado unos maestros anime, con esos preciosos ojos enormes de color pardo. Escribe y piensa como yo, parece que surgimos las dos del mismo pedazo de corazón, aunque nos parieron mundos distintos. Ella es esa hermana que tendría que haber tenido, cuando la mía me abandonó. O mejor, ella tendría que haber sido yo cuando me abandoné, no lo sé.

No puedo copiar su carta, aunque ella no lo vaya a leer. Pero puedo recrear sus pensamientos, porque también han sido míos. Y sus sensaciones han cruzado mis sistemas también. 
Le paralizaba  pensar en la peor de las posibilidades. En ese 50% que puede atarle piedras a los tobillos y llenarle de agua los pulmones.  Piensa que el futuro es un monstruo que ve mal los objetos estáticos. Y de ahí su inmovilismo. 

Porque tiene miedo. Claro que sí. Y por más que lo intenta no se lo quita de la cabeza.
Piensa en la cantidad de opciones que tuvo y en que esta vida le llevó a escoger una. ¡De todas! Sólo una, la que ahora le da la vida y podría quitársela. 

Me cago en la leche. Manda huevos, que tenga que sufrir porque puedan repetirse viejas historias.   
¡ Sólo quería comerse el mundo, joder!

Siempre hemos querido salir corriendo, de todo. Llevaríamos varias vueltas a la Tierra a la carrera si nos hubieran dejado.  Pero hacíamos falta aquí, así que nos quedamos…Y ahora tampoco se plantea abandonar. Nuestras huidas suelen ser hacia delante. Lo sé, de idiotas... 

Tiene miedo de su potencial, de todo lo que creía que iba a crear y de lo mucho que se ha esforzado en enterrar algún que otro sueño, porque no tenía cabida en la realidad que le habían montado.

Ojalá vuelva yo. Ojalá vuelva mi espíritu. Ojalá vuelva ella, conmigo también. 
Y podamos seguir creciendo.








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